miércoles, 29 de mayo de 2013

PINTURA Y MÚSICA


Los cuentos no dejan de ser historias narradas nacidos de la imaginación de sus autores, en ocasiones creados al amparo de otros relatos conocidos o surgidos de la imaginación, mas no dejan de ser semillas lanzadas al aire que, transportadas por el viento, germinan en otros tiempos y otros lugares. La música y la pintura siempre han estado unidas por la influencia que ejercen entre sí. Son numerosas las teorías que mantienen esta relación entre ambas. Kandinsky decía al respecto: “De la misma manera que se combinan los sonidos y los ritmos musicales, las formas y los colores deben combinarse según la interpretación de sus relaciones”. Y todo ello me lleva a escribir este relato.
“En una lejana ciudad, donde la pintura y la música eran las bellas artes más apreciadas entre sus habitantes, residían dos pintores. Uno consagrado y reconocido, cuyo trabajo era requerido, con frecuencia, por los nobles y poderosos de la localidad. El otro, un joven artista que pretendía abrirse camino a través de la perfección y detalles de sus pinturas. Entre ambos existía una gran rivalidad, que un día les llevó a cruzar una apuesta para conocer cuál de ellos era capaz de realizar la mejor y más apreciada obra entre todos los vecinos y entendidos de aquel lugar.
El día en que ambas obras fueron descubiertas en la exposición realizada al efecto, todos quedaron admirados ante la perfección del cuadro pintado por el más joven de los artistas. En él aparecía la figura de una mujer acariciando, con el arco, las cuerdas de su violín, interpretando una melodía frente a la puerta, cerrada, de una casa. Era tal la perfección de la obra que daba la sensación de que la mujer estaba viva y hasta parecía sentirse el sonido de la melodía interpretada. Todos los asistentes coincidían en que aquella era la mejor de las obras expuestas.
El pintor consagrado, sintiendo su orgullo herido, trataba de buscar cualquier fallo en aquella pintura, y observó que en la puerta, reflejada en la misma, faltaba la cerradura, algo que de inmediato resaltó ante todos.
-No es tan perfecta esta obra, pues esa puerta no puede abrirse. ¡No tiene cerradura!
El joven pintor no se inmutó ante aquel reproche, solo respondió:
-No tiene cerradura porque representa el corazón del ser humano. Y el corazón es como un violín, contiene hermosa música. Está ahí, adormecida, esperando que alguien sepa interpretarla. Eso no puede hacerse desde fuera, sino desde el interior del mismo. Por eso esa puerta no puede ser abierta desde el exterior. Solo el amor nacido en el propio corazón es capaz de abrirla.

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