lunes, 23 de febrero de 2015


Cuando el fragor de la muerte enmudece, entre las ruinas surge un elemento que es capaz de producir el único lenguaje que es entendible por todos y capaz de transmitir mensajes de paz y concordia entre los pueblos. Sus notas siempre sonarán por encima de aquellas palabras expresadas por un ser humano en los albores de la civilización: “Este territorio es mío”
Desde aquel momento, nuestro mundo se convirtió en una permanente lucha por la dominación de unos sobre otros. La Historia es fiel reflejo de ello. Pueblos dominados y expulsados de sus territorios marcan la trayectoria de muchos de ellos. Y a los intereses de poder y económicos se unen las interpretaciones de las religiones, y, cómo no, el lenguaje enmascarado de lo que hoy conocemos como “diplomacia”, que no deja de ser hipocresía encubierta en “dulces” palabras.
Uno de aquellos pueblos que, desde sus inicios como tal, está en una diáspora permanente es el pueblo judío. Forzados o voluntariamente se extendieron, en principio, por todos los países de Oriente Medio y de Europa. Mas en la Edad Media fueron, sistemáticamente, expulsados de todos ellos. Comenzaron en Francia, en 1182, bajo el reinado de Felipe Augusto, así como en los territorios alemanes; en 1290 lo fueron del reino de Inglaterra, ordenada por Eduardo I de Inglaterra,  y que significó la primera gran expulsión de la Edad Media; de nuevo en Francia, durante el siglo XIV, fueron decretadas varias expulsiones de su territorio; en el 1421, se produjo la expulsión de los judíos de Austria; en 1492 la de los judíos residentes en el reino de Castilla y Aragón, y en el ducado de Milán. Situación que se vino repitiendo a lo largo de toda la Edad Media y que tuvo su continuidad en épocas posteriores.
En la parte superior una litografía francesa de la década de 1880, coloca a los judíos en la parte superior de pirámide social francesa. En la parrte inferior vestiduras judias en Francia.
A mi entender, estas decisiones, generalizadas, estuvieron siempre basadas en fundamentos económicos, en realidad la base de todos los problemas sociales a lo largo de la historia, aunque enmascarados en fundamentos religiosos (no olvidemos la preponderancia de la religión en Europa en aquellos tiempos) y, en algunos países, por rechazo a su situación de primacía en la sociedad. Solo en época más reciente se sumó a esas actitudes la de inferioridad racial, como ocurrió en todas las zonas ocupadas por Alemania durante el Tercer Reich de Adolf Hitler. 
 En la parte superior ilustración del “Judge Magazine”, titulada “La nueva Jerusalén, anteriormente Nueva York”.
También en América, esa nación que hoy los acoge y defiende hasta extremos ilimitados, fueron, en 1862, expulsados de algunas zonas bajo la jurisdicción de Ulysses S. Grant, y cuando, entre 1890 y 1920, se produjo la “gran entrada” de judíos en EEUU, la población recelaba de los judíos por su dominio sobre los negocios y las finanzas, hasta tal punto que eran caracterizados, de forma irónica en algunas publicaciones y hasta Henry Brook Adams (bisnieto del segundo presidente americano) llegó a escribir: “La atmósfera judía me hace sentirme aislado. Los judíos van a controlar completamente las finanzas y el gobierno de este país, o estarán muertos”. 
Imágenes de la travesía del transatlántico "St. Louis"
Más tarde, durante las migraciones judías desde Europa por las persecuciones nazis, encontraron en EEUU toda clase de trabas para su entrada a los mismos, llegando a producirse la negativa rotunda a la entrada en puerto y al desembarco de los más de novecientos judíos del buque “St. Luis” que tuvo que regresar a Europa
En 1881 comenzaron en Rusia los pogromos, situación que perduraría, de una manera u otra, durante la revolución rusa y que tras la misma se convirtió en una “persecución oficializada” dado el carácter casi cerrado de su religión que fue considerada como una “amenaza” para el internacionalismo de la idea bolchevique. Al igual que ocurrió con otras religiones, se cerraron los lugares de culto y se detuvieron y fusilaron a rabinos.
 En la parte superior, a la izquierda el káiser Guillermo II, y a la derecha Theodor Herzl. Debajo, una imagen de mujeres y niños judíos deportados durante el nazismo.
Y por último reseñar la persecución de la que fueron objeto durante la época del Tercer Reich en todos los territorios que fueron ocupados. Aunque en los inicios del sionismo, Theodor Herzl el impulsor del mismo como movimiento político laico, que en principio no fue aceptado por todos los judíos, mantuvo negociaciones con el káiser Guillermo II, buscando su ayuda para establecer el estado judío en Palestina. 

 Israel Zangwill
Movimiento que se basó en la frase “Una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra”, acuñada por el periodista británico, de origen judío, Israel Zangwill a principios del siglo XX, que después sería utilizada como lema por los sionistas, y que no deja de enmascarar la hipocresía y la mentira que siempre se ha esgrimido por los colonizadores en todos los tiempos, pues para nada tenía en cuenta la presencia, en aquellas tierras, de los propios palestinos además de cristianos y judíos.
 Benjamín Netanyahu – Rabino Yair Melchior
Hoy algunos claman, de una manera u otra, por el derecho de los judíos al “retorno a su tierra”, (Netanyahu ha instado a la inmigración masiva de judíos de Europa a Israel) y de inmediato surgen respuestas “diplomáticas”, por parte de algunos líderes políticos, manifestando el derecho que les asiste para permanecer en las naciones donde residen en  la actualidad, mientras que algunos judíos “asimilados”, como ocurrió en aquellos principios del sionismo, aquellos que en sus actuales países de residencia encuentran un verdadero hogar donde desarrollar su vida, manifiestan su oposición a dicho retorno: “La gente de Dinamarca se va a Israel porque les encanta Israel, por el sionismo, no por el terrorismo”, rabino Yair Melchior. 
Imágenes de campos y cultivos árabes antes de la expulsión por los sionistas, junto a la imagen representativa del Fondo Nacional Judío
Lo cierto es que hasta que no se produjeron los primeros pogromos en Rusia y se configuró la idea del sionismo, los judíos no pidieron volver a Israel. Sus negocios no estaban allí, prueba evidente es que quienes regresaron en principio, se dedicaron a la agricultura, compartiendo tareas con los árabes. Con la aparición del sionismo como movimiento político, y concretamente a raíz de su quinto congreso celebrado en Basilea en el que se creó el Fondo Nacional Judío, tras el fracasado intento de la creación en 1898 del “Jewish Colonial Trust”, un banco con un capital nominal de 2.000.000 de libras de las cuales, en 1902, no se habían suscrito nada más que 250.000 libras por 140.000 accionistas de todo el mundo, fue cuando se comenzaron a comprar tierras en grandes extensiones, con dinero, normalmente recaudado a partir de donaciones. Los palestinos que venían habitando, desde tiempo inmemorial junto con algunos cristianos y judíos que no la habían abandonado, no necesitaban de esos apoyos ni del capital para comprar las tierras que ya poseían.
Posteriormente  el propio Fondo Nacional Judío y otros movimientos de  asentamientos judíos, además de otros especuladores particulares cuyo único objetivo era obtener altos beneficios de forma rápida, también se hicieron las tierras que habían sido desalojadas y saqueadas, por la fuerza, a los palestinos residentes en ellas. Mas no vamos a entrar ahora a desarrollar todo este proceso, mentes más preclaras y plumas más expertas que la mía ya lo hacen. Ni siquiera profundizar en algo que está muy claro, los que se llaman palestinos y los que se denominan judíos, tienen un origen común: los pueblos nómadas que emigraron y que los historiadores y lingüistas definen como “semitas”. Y lo que también es cierto es que aquella tierra ha sido, desde tiempo inmemorial, regada con la sangre de seres inocentes por intereses ajenos a ellos. Intereses meramente de poder y económicos enmascarados en unas creencias religiosas. No, no estoy culpando a esas creencias de toda aquella sangre derramada, sino a aquellos que, interesadamente, hacen uso de ellas para sus propios objetivos. ¡HIPÓCRITAS , que lo único que los mueve son los intereses por el poder y los económicos!
Toda esta historia de expulsiones, deportaciones, persecuciones… son las mismas que hoy aplican ellos sobre el pueblo palestino, a pesar de que dentro del propio pueblo judío se alzan voces en contra de ellas, como es el caso del movimiento “Mujeres de negro” que claman por el fin de la ocupación de los territorios palestinos, en acciones que vienen protagonizando desde el año 1988, portando siempre carteles con lemas en contra de esa ocupación israelí. Carteles como el que lleva en sus manos Stela Tzur, co-fundadora de ese movimiento, escrito en hebreo cuya traducción es: "ojo por ojo hasta que todos van a ciegas".
Imágenes de las expulsiones sufridas por los judíos en Europa, y por los palestinos de su propia tierra
La creación del estado de Israel, que lleva aparejada la expulsión de los palestinos de sus tierras, viene acompañada de numerosas resoluciones de la ONU en las que “deplora, advierte, censura, exige y condena”  las acciones de Israel. Tomando como ejemplo, la resolución 799 del CS, de 18 de diciembre de 1992, sobre el retorno de los palestinos expulsados por Israel a Líbano, en violación de la legislación internacional (Convención de Ginebra de 1949, de la que Israel es Estado miembro), comienza "reafirmando sus resoluciones 607 (1988), 636 (1989), 641 (1990), 694 (1991) y 726 (1992)", las cuales se ocupan del mismo asunto: la violación de esta Convención y de otros instrumentos internacionales de salvaguardia de los derechos humanos y políticos de los palestinos por parte de Israel. Es sólo una muestra de una retahila de condenas que no produce ningún efecto sobre este éxodo que no es reconocido como tal, frente al que los judíos padecieron en otras épocas.
Campamentos de refugiados palestinos
Por eso hoy la hipocresía se ha convertido en virtud, y está por encima del más elemental de los derechos humanos: el derecho a la vida, a una vida digna basada en el trabajo y en la libertad, algo de lo que carecen todos aquellos refugiados palestinos, que, expulsados de su territorio, se refugiaron o fueron obligados a exiliarse, a partir de 1948. En Cisjordania y  en la Franja de Gaza, no dejan de ser refugiados en su propio territorio, mientras que millones de ellos se encuentran en otros países, como Líbano, Siria, Jordania, y otros miles viven en Egipto, Yemen, Kuwait y Arabia Saudí. La inmensa mayoría de ellos sostenidos a base de la “caridad” de las ayudas humanitarias. Ayudas que no dejan de enmascarar la HIPOCRESÍA, tanto del mundo occidental, como la de los propios países árabes que en realidad no hacen nada para buscar una solución a este denigrante modo de vida.
“St. Louis” barco que no fue autorizado a entrar en los EEUU, junto a uno de los barcos en que hoy tratan de buscar nuevos horizontes los refugiados palestinos.
Y ante la desesperación que les produce encontrarse en esa situación en la que apenas sobreviven, buscan una salida desesperada hacia otros países, poniéndose en manos de desaprensivos que aprovechándose de esta situación hacen negocio a costa de los mismos, prometiéndoles pasaje en viejas embarcaciones que les llevarán a las costas europeas, donde sueñan con iniciar una nueva vida. Desde Egipto, los palestinos que logran cruzar la frontera por los túneles o sobornando a los guardas fronterizos de Rafah, buscan poder embarcarse rumbo a Italia o Malta, tras haber abonado entre 2.000 o 3.000 dólares, según el sistema utilizado para su salida de Gaza, algo que no todos pueden permitirse, para, en muchos de los casos,  acabar  en los naufragios a que tan acostumbrados nos tienen ya las noticias en aguas próximas a las costas italianas. 
La creación del Estado de Israel en 1948 trajo consigo el triunfo del sionismo como movimiento político basado en un nacionalismo, imperial, militar y capitalista de carácter colonialista que se deduce de las propias palabras de Theodor Herzl. La expulsión de cientos de miles de palestinos, el robo de sus tierras, la ocupación, la creación de una sociedad militarizada y las masacres contra la población civil suponen así, tal y como certifican insignes voces judías de ayer y de hoy, una traición sistemática a los principios éticos del judaísmo. 
¿Dónde quedó la ética judía?
Continuará... Palestina, una tierra con "pueblo"