"La primera azafata de la historia".
En la actualidad, para bien o para mal, los estereotipos se utilizan con mucha frecuencia. Tal vez sea producto de que, prácticamente, todo se forma en base a una etiqueta preconcebida e inoculada por los medios de comunicación y, fundamentalmente, por la publicidad.
Es el caso de la figura de las “azafatas de vuelo”, a quienes hoy se les conoce como “Tripulantes de Cabina de Pasajeros” (TOP). Ya en los años 60 y 70 del siglo pasado, dio comienzo la creación de este estereotipo de “chica al servicio de…”. Anuncios del tipo “I'm Kistrin. Fly wih me” (Soy Cristina, vuela conmigo), o acciones como la utilizada por la compañía Braniff Airways, quien hacía cambiar de ropa a sus azafatas durante el vuelo, con vestimentas más llamativas, a la hora del servicio de comidas, para que aparecieran más atractivas; y el hecho de que la mayoría de aerolíneas requirieran la condición de “soltera” para trabajar en sus flotas,enfatizaron este aspecto del rol de la azafata.
Azafata, una palabra del castellano que ya en su origen etimológico lleva implícito la posibilidad de este estereotipo creado. Las mujeres de la alta burguesía musulmana del Al-Ándalus, tenían a su servicio unas esclavas a quienes llamaban “azafatas”, pues ellas eran las que custodiaban y ponían a servicio de su señora una especie de bandeja que contenía algunas joyas que luciría. Esa bandeja recibía el nombre de “Safats”. Posteriormente esta definición se utilizó para denominar a las mujeres al servicio de las reinas de España: camareras, azafatas.
El diccionario de la RAE, en la cuarta acepción, recoge este significado para la palabra azafata: “criada de la reina, a quien servía los vestidos y alhajas que se había de poner y los recogía cuando se los quitaba”.
¿Será por ello que hoy prefieren que se utilice, para definir su puesto de trabajo, “tripulantes de cabina de pasajeros”?
Hemos de alejarnos de este estereotipo creado y retomar el camino real de lo que es esta profesión, y para ello nada mejor que recordar a Ellen Church, la primera azafata de la historia.
¿Será por ello que hoy prefieren que se utilice, para definir su puesto de trabajo, “tripulantes de cabina de pasajeros”?
Hemos de alejarnos de este estereotipo creado y retomar el camino real de lo que es esta profesión, y para ello nada mejor que recordar a Ellen Church, la primera azafata de la historia.
Nacida el 22 de septiembre de 1904 en Iowa (EE.UU.), Ellen Church, siendo niña, quedó fascinada por lo observado en una exhibición aérea. A partir de ese momento sólo concebía su vida en las alturas tripulando uno de aquellos aparatos. En su adolescencia, compaginó sus estudios de enfermería, su otra gran pasión, con las clases de vuelo.
Un día de 1930 se decidió a entrar en las oficinas de la compañía aérea Boeing Air Transport, el germen de United Airlines, por cuya puerta pasaba con frecuencia, para tratar de que la contrataran. Le atendió Steven Stimson, uno de los directivos de la firma. Pero su sueño no se podía cumplir: era mujer. Un cliché creado sobre la condición femenina por los propios médicos lo impedía: “no se sabía cuál podría ser la reacción de una mujer si, mientras pilotaba un avión, le venía la menstruación”. Se pensaba que los cambios hormonales en la mujer producían consecuencias imprevisibles. Cliché que aún perduraba en los años 60, cuando la NASA negaba la posibilidad de que una mujer fuera astronauta, basándose en ese mismo argumento médico (No es broma).
Ellen no se arredró ante la negativa. Su sueño era volar en uno de aquellos aviones de vuelos comerciales, y siguió luchando por conseguirlo. Exhibió entonces su condición de enfermera y, con toda lógica, le propuso a Stimson la necesidad de contar con personal médico a bordo de los aviones, por si algún pasajero sufría una indisposición, y además con conocimientos de pilotaje por si el piloto del aparato enfermaba (por aquellos tiempos los aviones eran tripulados por un solo piloto). Este planteamiento hizo reflexionar a Stimson, quien tras un largo viaje en avión, se había percatado de la necesidad de personal en cabina, y acababa de persuadir a sus superiores para contratar a tres "cabin boys" cuando recibió la visita de Ellen el 23 de febrero de 1930, y de un NO rotundo pasó a una duda razonable.
Los primeros aviones comerciales no estaban concebidos para el transporte de personas. El pasaje se acomodaba en sillas de mimbre y entre sacas de correos, por lo que nadie se había planteado la necesidad de los auxiliares de vuelo durante la duración del trayecto. Las hipotermias e indisposiciones, entre el pasaje, eran frecuentes y las condiciones de vuelo tan precarias, que si un avión se encontraba con una tormenta la práctica habitual era buscar una zona de tierra despejada donde aterrizar y esperar a que amainara.Todo esto llevó a Stimson a sugerir a la dirección de la empresa que las enfermeras podrían ser la tripulación auxiliar más idónea, ya que en caso de incapacitación de un piloto, ellas podrían prestar las atenciones médicas más apropiadas, así como la mejor asistencia a los pasajeros en caso de mareo o miedo a volar. La Boeing, que entonces no sólo era fabricante de aviones sino también compañía aérea, en principio dudó de la propuesta pues consideraba que la mujer no era apta para volar regularmente debido a sus alteraciones hormonales derivadas del periodo, pero tras considerar los argumentos decidió contratar a ocho enfermeras.
Fue así como Ellen se encontró con un nuevo reto. Su propuesta era aceptada, se le ofreció un contrato de prueba por tres meses, pero debía ser ella quien seleccionara y formara a otras siete enfermeras cualificadas y aptas para el puesto. Teniendo en cuenta, además, las condiciones que se daban en las cabinas de entonces –reducido espacio, poca altura, sillas de mimbre …- por lo que su propia fisonomía definía el patrón de las candidatas: menores de 25 años, no ser más altas de 1,62 metros y pesar menos de 52 kilos. Con un sueldo de 125 dólares mensuales y una jornada de 100 horas al mes. Ellen y las otras siete enfermeras, se convirtieron en las denominadas “Sky Girls”, las primeras ocho chicas del aíre que consiguieron volar como ayudantes en un vuelo comercial.
Las “Sky Girls en Cheyenne, Wyoming. 15 Mayo 1930 - En la parte superior, a la izquierda, Ellen Church, Alva Johnson (a la derecha). En la parte inferior Margaret Arnott, Inez Keller, Cornellia Peterman, Harriet Fry, Jessie Carter y Ellis Crawford.
Aunque no fue como ella quería, Church se convirtió en la primera mujer profesional de la aviación. El 15 de mayo de 1930 realizaba su primer vuelo como azafata, entre Oakland y Chicago, a bordo de un Boeing 80-A trimotor, travesía que duró 20 horas y necesitó de 13 escalas.
Poco a poco, el resto de las compañías imitaron a la Boeing y empezaron a contratar azafatas, convirtiéndose Ellen Church en la precursora de una profesión respetada, admirada y una de las más deseadas por muchas mujeres, a pesar de los estereotipos, y que en la actualidad genera miles de puestos de trabajo.
Durante casi dos años, Ellen fue azafata en la Boeing, pero un accidente de coche le obligó a abandonar su sueño. Cambió entonces el aíre por su otra pasión y se entregó a la enseñanza de la enfermería en la Universidad de Minnesota.
Poco a poco, el resto de las compañías imitaron a la Boeing y empezaron a contratar azafatas, convirtiéndose Ellen Church en la precursora de una profesión respetada, admirada y una de las más deseadas por muchas mujeres, a pesar de los estereotipos, y que en la actualidad genera miles de puestos de trabajo.
Durante casi dos años, Ellen fue azafata en la Boeing, pero un accidente de coche le obligó a abandonar su sueño. Cambió entonces el aíre por su otra pasión y se entregó a la enseñanza de la enfermería en la Universidad de Minnesota.
Años más tarde, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Ellen se alistó en la unidad de enfermeras del ejército de EE.UU., y fue nombraba capitán de la Army Nurse Corps Air Evacuation Service. Era el año 1942 y sus tareas y servicios, en el norte de África, Sicilia, Inglaterra y Francia, le valieron la medalla del mérito aéreo.
Finalizada la guerra, Ellen se alejó definitivamente de la aviación. Se dedicó a la docencia en la escuela de enfermería y fue enfermera directora del Terre Haute Union Hospital de Indiana.
Finalizada la guerra, Ellen se alejó definitivamente de la aviación. Se dedicó a la docencia en la escuela de enfermería y fue enfermera directora del Terre Haute Union Hospital de Indiana.
Falleció el 22 de agosto de 1965 a consecuencia de una caída mientras montaba a caballo. El aeropuerto de Cresco (Iowa) se denomina Ellen Church Field en su honor.
En 1966, William A. Patterson, presidente y director ejecutivo de United Air Lines, escribía una carta a la Clipped Wings, la asociación de azafatas y asistentes de vuelo de United Airlines, en la que expresaba su deseo de rendir un homenaje a Ellen Church, con, entre otras, estas palabras: “La única persona que siempre hemos mirado con gran devoción era la señora Ellen Church. Ella lo empezó todo. Cuando ella murió creí que United Airlines debería hacer algo para honrar y perpetuar en la memoria de todos su nombre”
En la misma, además, exponía su intención de que la escuela de azafatas en Chicago llevara el nombre de “The Ellen Church Marshall Memorial de Wing”, y erigir una estatua de bronce de ella para colocarla en el vestíbulo del edificio. Sobre la peana de dicha estatua figuraría una placa que reflejara su contribución como azafata y enfermera. En ella figura, además de otras, esta frase: “Como primera azafata de aerolíneas del mundo, ella creó una nueva y apasionante
profesión para las chicas jóvenes del siglo XX”.
Una copia de dicha placa fue enviada a las escuelas de azafatas de las más importantes líneas aéreas de todo el mundo.
En la misma, además, exponía su intención de que la escuela de azafatas en Chicago llevara el nombre de “The Ellen Church Marshall Memorial de Wing”, y erigir una estatua de bronce de ella para colocarla en el vestíbulo del edificio. Sobre la peana de dicha estatua figuraría una placa que reflejara su contribución como azafata y enfermera. En ella figura, además de otras, esta frase: “Como primera azafata de aerolíneas del mundo, ella creó una nueva y apasionante
profesión para las chicas jóvenes del siglo XX”.
Una copia de dicha placa fue enviada a las escuelas de azafatas de las más importantes líneas aéreas de todo el mundo.
Nunca pudo pilotar un avión comercial, su gran sueño, pero dejó como
herencia el nacimiento de una profesión: la de azafata de vuelo. Una
profesión a la que, por cierto, han accedido muchos hombres. Como
homenaje a aquella figura y a esta profesión, qué mejor que pensar en
lo que hubiera hecho o dicho Ellen Church a algún pasajero suyo que en
la actualidad se hubiera destacado por alguna efemérides, como por
ejemplo ser el pasajero internacional mil millones del año. Seguro que
le habría sonreído, le habría acompañado a su asiento, le habría deseado
un buen día y le habría tratado con la exquisitez que los viajeros
buscamos. Como hacen miles de azafatas día a día. Sin estereotipos y con
la dignidad y respeto a una bella profesión.
Helen Richey
Si Ellen Church no pudo alcanzar su sueño de ponerse a los mandos de un avión de aerolíneas, quien sí
lo vio cumplido fue Helen Richey, considerada la primera mujer piloto
contratada por una compañía aérea. Nacida en 1909 en Mckeesport, Pennsylvania,
en 1934 se incorporó a la Central Airlines y realizó su primer vuelo como
copiloto el 31 de diciembre a los mandos de un trimotor Ford. Mas su sueño duró
poco, diez meses después se vio obligada a dejar su puesto de trabajo por la
presión ejercida por el sindicato de pilotos, todos hombres, que rechazó su
adhesión al mismo.
Mujeres pilotos de la WAPS
Habrían de transcurrir casi cuatro décadas para que, de nuevo, una mujer
piloto fuera contratada por una aerolínea. De nada habían servido las
meritorias acciones llevadas a cabo por la WAPS (Women Airforce Service Pilots)
durante la 2ª Guerra Mundial, aquellas más de mil féminas consideradas como las
precursoras de las mujeres pilotos civiles; ni sus más de 60 millones de millas
recorridas a los mandos de todo tipo de aviones prestando servicios de
transporte; ni siquiera se les reconoció su condición militar pues en junio de
1944 fue rechazado un proyecto de ley, en ese sentido, por la Cámara de
Representantes debido a la presión ejercida por los pilotos civiles masculinos,
y la WASP fue disuelta en diciembre de 1944. Al finalizar la 2ª Guerra Mundial
las compañías aéreas siguieron contratando sólo hombres.
Emily Howell Warner
Fue en 1973 cuando las aerolíneas estadounidenses vuelven a contratar a una
mujer piloto. Emily Howell Warner, nacida en Denver, Colorado, había solicitado
su ingreso en varías compañías aéreas, en 1968, mientras era instructora de
vuelo y a pesar de su experiencia con más de 10 000 horas de vuelo acumuladas,
veía como alumnos suyos eran contratados con apenas 2 000 horas de vuelo. En
enero de 1973 la compañía Frontier Airlines al contrató y el 6 de febrero
realizaba su primer vuelo como primer oficial en un Boeing 737. En 1976 se
convirtió en la primera mujer estadounidense con el título de comandante de
vuelo. Cuando Emily fue contrata no había otras mujeres que trabajaran como
pilotos en las principales líneas aéreas comerciales. Ella abrió la puerta para
la incorporación de otras mujeres americanas en una de las profesiones donde la
segregación de la mujer era más acusada.
Bonnie Tiburzi
En aquel mismo año de 1973, Bonnie Tiburzi Capote, nacida en Connecticut
en 1948, se convirtió en la primera mujer piloto de American Airlines. En 1984 Tiburzi publicó su autobiografía bajo el
título: Takeoff: The Story of America's First
Woman Pilot for a Major Airline.
Turi Wideroe
Unos años antes, en 1969, Turi Wideroe, nacida en 1937, fue la primera
mujer piloto de transporte aéreo de Noruega. Contratada por la Sandinavian
Airlines System en 1969 realizó su primer vuelo como copiloto.
Ivonne Sintes, nacida en 1930 en Pretoria, Sudáfrica, trabajó siempre
en profesiones relacionadas con la aviación: fue azafata, instructora de vuelo,
controladora de tráfico aéreo y por último piloto en una aerolínea comercial.
En 1972 se convirtió en la primera mujer piloto de Gran Bretaña que alcanzó el
grado de comandante en un vuelo de una línea aérea comercial.
Corría el año 1969 cuando Betina Kadner Shilling, nacida en Madrid con
ascendientes alemanes, y cuyo interés por la aviación se despertó en su
infancia cuando acompañaba a su madre, Ute Kadner, a supervisar los trabajos de
señalización de las pistas de los aeropuertos. Tras obtener su titulación en la
Escuela
Nacional de Aeronáutica de Salamanca, consiguió que el Ministerio del Aire
modificara el reglamento que impedía pilotar aviones comerciales a las mujeres.
Fue contratada por la compañía Spantax, convirtiéndose en la primera mujer a
los mandos de un avión de pasajeros en España. Poco antes de la desaparición de
aquella compañía aérea pasó a formar parte de la plantilla de pilotos de Iberia
donde alcanzó el grado de comandante de vuelo a los mandos de un Airbus 320.
Kadner fue la única mujer en las cabinas de los aviones comerciales españoles
durante casi una década y como pionera hizo posible la incorporación de otras
mujeres a esta profesión.
En 1985, María Aburto, una madrileña que en 1974 había comenzado a
trabajar como azafata y dos años después obtenía el título de piloto comercial,
era noticia en la prensa al ser la única mujer que superaba las pruebas de
ingreso como piloto en la compañía Iberia, lo que la convertía así en la
primera fémina contratada por esta compañía como piloto. Como ella misma decía:
“Siempre he querido ser piloto. Desde muy pequeña. Creía que no podía serlo
hasta que me enteré que Betina Kadmer ya lo era. Espero que dentro de un año el
que una mujer consiga este cargo no tenga que ser noticia”.
Hemos querido reflejar las
historias de algunas mujeres que inauguraron una nueva página en la historia de
la aviación civil, otras muchas siguieron sus pasos aunque en la actualidad aún
siguen siendo una minoría. Según los datos del Colegio Oficial de Pilotos de
Aviación Comercial de España, en 2011 solo un 3 % de pilotos colegiados eran
mujeres.
Dedicado a vosotras y vosotros que continuais esta bella profesión.
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