Evolución del diseño de la bandera española
desde Carlos III a la actualidad
Siempre me ha sorprendido ver como los nativos de otras naciones respetan y enaltecen los símbolos que las representan, sus banderas y sus himnos, frente a lo que sucede en España. Es cierto que el significado de esos símbolos depende de la interpretación y del uso social que se haga de ellos. Y esa interpretación puede estar condicionada por el desconocimiento real de la historia de los mismos.
Otro de los motivos, quizás, deberíamos buscarlo en el concepto que se tiene de nación en nuestro país.
Una nación es una comunidad y el resultado de una construcción que establece un conjunto de elementos que justifican su existencia, que la explican y que permiten a la sociedad que la conforma sentirse parte de ella. La pertenencia es uno de los elementos claves que le dan sentido a la idea de nación o patria.
Un concepto que, en España, nació debilitado desde los primeros momentos en que se trato de crear el mismo. Son numerosos los estudios realizados, y publicados, sobre esta materia que haría interminable este post si quisiéramos dejarlos reflejados aquí, sólo me permito recomendar, a quien pueda estar interesado en este tema los dos libros del escritor e historiador español José Álvarez Junco: “Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX” (Taurus Ediciones – 2001) y “Dioses útiles. Naciones y nacionalismos." (Galaxia Gutemberg – 2016).
Por diversas circunstancias el concepto de nación no ha terminado de consolidarse, ni con la Constitución de 1812 ni a lo largo de los tiempos posteriores. Al contrario de lo que ocurrió en Francia donde la revolución hizo posible una nación fuerte, culta, y unida en torno a sus símbolos. A este respecto Álvarez Junco señala lo sucedido en Francia donde la construcción de una identidad nacional fue más sólida desde 1789, gracias a una "militarización obligatoria, un sistema escolar laico, general y obligatorio que alfabetizó y enseñó el francés de París, y una red de ferrocarriles que unían todo el país, generando un mercado económico y cultural unificado". Mientras que España perdía la ocasión en el siglo XIX, los intentos fracasaban una y otra vez, los gobiernos quedaban en manos de políticos corruptos, monarcas incapaces o absolutistas, la educación en manos de curas y los militares siempre preparados para dar un golpe de estado, mientras los oportunistas, periféricos y centrales, hacían de esta situación un arma en la lucha por sus intereses. Aquel estado, incapaz de imponer su autoridad en todos los rincones del país, que no nación, hizo de la Administración pública un campo abonado para beneficio de los partidos o gobernantes de turno, en especial de los caciques locales, que hacían imposible la normalización, en todas las áreas sociales, culturales o jurídicas, que precisa un proceso nacionalizador.. No se creaban escuelas, carreteras, líneas de ferrocarril o servicios públicas que crearan una unidad del territorio. Al contrario, de una manera o de otra, se potenciaba la aparición de nacionalismos regionales. El sistema que se quería seguir, el francés, quedaba sólo en los esbozos sobre papel.
Ya en el siglo XX el régimen político surgido tras la guerra civil abusó de la utilización de la bandera y el himno, modificándolos a su conveniencia, y junto con el concepto nación los impuso de forma represiva, lo que ha llevado, en la actualidad, a identificar lo “nacional” y los símbolos con el “franquismo”.
A la izquierda, el rey Carlos III de España.
A la derecha, Antonio Valdés y Fernández Bazán, Ministro de Marina
“Aquellos polvos trajeron estos lodos”, dice el refrán pues ni la bandera ni el himno de España tienen nada que ver con el “franquismo”, sus historias son mucho más antiguas.
La bandera de España es de las más antiguas del mundo. Aunque el origen de los colores de la bandera ha sido motivo de diversas especulaciones, lo más plausible es que la elección del rojo y del amarillo fuera por ser colores fácilmente distinguibles en la mar.
Fue en 1785 cuando Carlos III, rey de España, ante las dificultades para distinguir los navíos españoles de los demás producía graves errores en la continuas reyertas navales, al no poder distinguir si el buque divisado era propio o enemigo hasta tenerlo prácticamente al lado, pues las distintas ramas de los Borbones que reinaban en Francia, Nápoles, Sicilia, Parma, Toscana, y España, utilizaban como fondo de sus banderas el color blanco, distinguiéndose solamente por el escudo.
Bocetos de banderas presentados al concurso convocado
por el ministro de Marina D. Antonio Valdés a instancias del rey Carlos III
En el siglo XVIII las distintas ramas de los Borbón que reinaban en Francia, Nápoles, Parma, Toscana y España, utilizaban el fondo blanco en sus banderas navales, distinguiéndose sólo en el escudo lo que daba lugar a graves errores, de ahí que, en 1785, el rey Carlos III de España encargó a su ministro de Marina, Antonio Valdés, que le presentara algunos diseños que acabaran con este problema. El almirante Valdés convocó un concurso, de los diseños que se presentaron escogió doce para mostrárselos al rey.
Este seleccionó dos de ellos, a los que varió las dimensiones de las franjas, declarándolos reglamentarios el primero para la Marina de Guerra y el segundo para la Mercante.
El 28 de mayo de 1785 el Real Decreto publicaba:
"Para evitar los inconvenientes y perjuicios, que ha hecho ver la experiencia, puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa mi Armada Naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos, con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las que la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total y la de enmedio amarilla, colocándose en esta el escudo de mis Reales Armas reducido a dos cuarteles de Castilla y León con la Corona real encima... ".
Detalle del cuadro pintado por Ramón Marti i Alsina (1826-1894)
Durante la guerra con los franceses de 1808 muchos de los grupos que se enfrentaban a ellos utilizaran esta bandera frente a la blanca de aquellos. Una muestra de ello nos la dejó impresa con sus pinceles el pintor barcelonés Ramón Marti Alsina en su obra “El gran día de Gerona”, donde se ve tremolar, a la izquierda de la composición pictórica, la bandera española. Dicha bandera se conserva hoy en el Museo del Ejército.De ese modo los colores rojo y amarillo se fueron extendiendo e imponiéndose como representativos de España.
Fue durante el reinado de Isabel II cuando se unificó el uso de una sola bandera para los ejércitos de Marina de de Tierra. El Real Decreto de 13 de octubre de 1843 establecía: “las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia Nacional, usarán iguales en colores a la bandera de guerra española, y colocados éstos por el mismo orden que lo están en ella”. Todas tenían en su centro un escudo circular con el cuartelado de Castilla y León, con la flor de lis en su centro y la granada en punta, colocado sobre el cruce de un aspa roja de Borgoña y rodeado por una inscripción con el Arma correspondiente, número y batallón del Regimiento. Fue así como la bandera bicolor, exclusiva de la Marina, pasó a ser común para todas las fuerzas armadas, y se le reconocía su carácter nacional.
Algunos círculos republicanos comenzaron a proponer un cambio en la bandera por considerarla un símbolo de la monarquía, sin embargo, durante la Primera República, no llegó a cambiarse manteniéndose la bandera bicolor y cambiando sólo la corona real del escudo por una corona mural.
Tras la Restauración que se extendería hasta 1931 a la bandera nacional se le volvió a cambiar el escudo en el que de nuevo se incluyó la corona real.
A los pocos días de proclamarse la II República se promulgó un decreto en el que, en su artículo primero establecía la bandera nacional conformada “por tres bandas horizontales de igual ancho, siendo la roja la superior, amarilla la central y morada oscura la inferior”. Dicho decreto fue ratificado en la Constitución, en su artículo primero leemos: “La bandera de la República española es roja, amarilla y morada”. El escudo fue el mismo que se utilizó durante la I República. Esta bandera permaneció vigente hasta que los sublevados derrotaron a la República. Aún hoy, por parte de muchos de los que se consideran republicanos la consideran como la auténtica bandera española.
La rebelión militar de 1936 recuperó la bandera bicolor con el escudo de republicano con la corona mural durante los primeros años. Desde entonces el diseño y los colores de la bandera española se han mantenido, modificándose únicamente el escudo.
Bien es cierto que durante el franquismo se usó en demasía de esos símbolos, bandera e himno, forzando a la aceptación de un concepto de nación que poco tenía que ver con la realidad. Del himno hablaremos más adelante, pero ahora simplemente destacar algunas características del escudo que el régimen franquista incluyó en la bandera.
El escudo del Águila de San Juan se remonta hasta el siglo XV, tomando elementos de la heráldica de los Reyes Católicos. Así, Isabel la Católica incluyó este águila en su heráldica personal dado que esta representa al evangelista San Juan, por el que mostraba gran interés al ser patrono de la familia real de Trastámara, hasta el punto de coronarse el día de este santo. De ahí pasaría a su matrimonio con Fernando de Aragón. Otro de los elementos tomados de los Reyes Católicos son el yugo con el nudo gordiano y el haz de flechas, elementos que también tomó la Falange para confeccionar su símbolo. Estos elementos son tomados como divisa tras el matrimonio entre Fernando e Isabel y representan las iniciales de sus respectivos cónyuges (en el caso de Isabel, las flechas y en el de Fernando, el yugo).
Flanqueando al águila, tenemos las Columnas de Hércules sobre ondas marinas con el lema de Plus Ultra soportado por las mismas, al igual que en el anterior escudo republicano. Lo único que varía es la presencia en la parte superior de las columnas la corona imperial del Sacro Imperio Romano Germánico a la izquierda y la Corona Real española, recordando la historia de España como reino e imperio a la derecha.
Sobre el pecho del águila encontramos el escudo de los Reyes Católicos, del que sólo han sido sustituido los cuarteles de Sicilia por las armas de Navarra. Sobre el mismo encontramos una corona real abierta y rodeando la cabeza del águila una aureola, elementos ambos que ya aparecían en la divisa original de los Reyes Católicos. Por último, rodeando la cabeza del águila también encontramos la cartela con el tan conocido lema franquista de "Una, grande y libre"; que hacía referencia a la indivisibilidad de España, la grandeza de su imperio perdido en América a las que se sumarían las posesiones en África y la libertad frente al sometimiento a las potencias extranjeras.
La Constitución Española de 1978, estableció, en su Artículo 4º. 1: “La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas”. Constitución que fue redactada por siete representantes de los diversos partidos políticos que componían el Congreso de los Diputados, y que tras diversos debates fue aprobada en por 325 votos a favor, 6 abstenciones y 14 votos en contra. Y posteriormente ratificada por el pueblo español en un referéndum celebrado el día 6 de diciembre de 1978 con una de las participaciones más altas de nuestra democracia (67,11 %) y un 88,54 % de votos afirmativos. Se conformaba así el diseño de la bandera que en la actualidad representa a España. Mientras que se puede hablar de una bandera constitucional, no se puede hacer de un escudo constitucional pues la composición del mismo fue aprobada por la ley 33/1981, de 5 de octubre , y se hizo público mediante un Real Decreto.
Ello significa que la bandera de España es muy anterior a la Constitución actual y que la nación española, con todos sus defectos y desacuerdos, también existe desde muchos siglos antes de esa última Constitución y su historia seguirá presente aún cuando la constitución se modifique.
Abanderado, tambor y pífano, "Albúm de la Infantería" (1861)
de Serafín María de Sotto, Conde de Clonard
HISTORIA DEL HIMNO DE ESPAÑA
Se señala al himno de España como uno de los tres únicos himnos nacionales (San Marino y Kosovo) que no tiene letra. Mientras que otros himnos, como la Internacional o la Marsellesa surgieron con letra y en momentos de exaltación popular y revolucionaria, y algunos otros compuestos a propósito con ese fin. La melodía del himno de España surge de un toque de guerra y como el resto de estos toques reglamentarios del ejército carecía de letra.
Musicólogos e historiadores, están de acuerdo en que el origen del himno de España está en la Marcha Granadera, en donde no hay unanimidad es en los orígenes de los acordes en que se inspiró su autor para componerla, ni tan siquiera en la autoría de la misma, aunque algunos se la atribuyen a Manuel Espinosa de los Monteros. Hay una leyenda en torno al himno que, a pesar de que aún se sigue manteniendo en muchas referencias, se ha demostrado no ser cierta. Dicha leyenda hace referencia a que el origen de esa marcha se encuentra en Prusia, en los tiempos del rey Federico II, “el Grande” quien le hace entrega de la partitura al Conde de Aranda, al dejar su puesto de embajador, para que se la entregara como presente a Carlos III.
Leyenda que fue desmontada a raíz del descubrimiento del manuscrito “Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan en la Infantería Española” obra de Manuel de Espinosa fechado en 1761, y entre las distintas partituras se encontraba la Marcha de granaderos, obra de autor desconocido.
En 1768 se publicó la versión definitiva de las “Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicio de sus Ejércitos”. Consecuencia de ellas es el cuaderno de “Toques de guerra que deberán observar uniformemente los pífanos, clarinetes y tambores de la Infantería de S.M., concertados por Dn. Manuel de Espinosa, Músico de la Capilla Real. 1769” que fijaba los toques reglamentarios para todos los regimientos y que incluye la partitura de la citada Marcha Granadera retocada. Así, queda clara la identidad y participación de Manuel Espinosa: fue el compositor e hizo la concertación para más instrumentos de la Marcha Granadera, nueva y con carácter general para todo el Ejército.
El Rey Carlos III declara Marcha de Honor a la Marcha Granadera el 3 de septiembre de 1770. Todo hace pensar que fue la costumbre popular, acostumbrada a escucharla en los actos públicos de la Casa Real, la que la convirtió de hecho en himno nacional, mucho antes de que fuera declarada como tal.
En 1870, el General Prim convocó un concurso a crear un himno oficial. El Concurso se declaró desierto, aconsejando el Jurado que la Marcha Granadera continuara como himno.
El 8 de enero de 1871 la “Marcha Real”, antigua Marcha de Granaderos. Amadeo I de Saboya, un rey que fue elegido por el Parlamento tras la destitución de Isabel II, tomó la decisión de señalar como “Marcha Nacional” española a la antigua marcha de granaderos o Marcha Real como también se le conocía por entonces. Fue así como se oficializó aquella marcha como himno.
A la izquierda, Rafael de Riego.
A la derecha, Evaristo San Miguel
La insurrección de 1820 contra el absolutismo de Fernando VII, dio origen al himno de Riego.
Rafael de Riego, militar español que se unió a un ejército destinado a sofocar la sublevación en las colonias americanas, estaba al mando del 2º batallón asturiano. Junto con otros oficiales alzarse contra el absolutismo del rey y reivindicar la Constitución de 1812. Fue por entonces cuando el teniente coronel Evaristo San Miguel, compañero de Riego en la conspiración, escribió un poema en forma de himno inspirado en letras anteriores a la guerra contra los franceses, con música de autor desconocido, aunque algunos se la atribuyen a José Melchor Gomis.
Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución en Madrid el 10 de marzo de 1820.
El 7 de abril de 1822 un decreto firmado por Fernando VII en su artículo 1º dice: “Se tendrá por marcha nacional de ordenanza la música militar del himno de Riego que entonaba la columna volante del ejército de S. Fernando mandada por este caudillo.”
El himno de Riego se mantuvo durante el Trienio Liberal (1820-1823). Más tarde fue prohibido durante la Década Ominosa de Fernando VII en la que aplastó a los liberales y posteriormente el himno fue restituido durante el reinado de Isabel II. Si observamos la creación y evolución del himno de Riego veremos que, al menos en su origen, no es un himno republicano ni antimonárquico sino que es el himno de los liberales españoles que reclamaban la monarquía constitucional y por lo tanto, durante su vigencia oficial, fue el himno de la monarquía constitucional española.
Partitura del Himno de España, versión de Pérez Casas
Durante el reinado de Amadeo I de Saboya se trató de realizar un nuevo himno, debido al presunto carácter Borbónico de la Marcha Real y olvidando su antiguo origen. Tras un frustrado concurso nacional de himnos, se tomó la idea de convertir la Marcha Real en el la Marcha Nacional de España, el 8 de enero de 1871. Esta versión de la marcha fue arreglada por Pérez Casas en 1908 por orden de Alfonso XIII.Y se mantuvo tal cual hasta el advenimiento de la II República que lo cambió de nuevo por el himno de Riego.Durante la Guerra Civil, el 27 de noviembre de 1937 el general Franco repone la Marcha de Granaderos como Himno Nacional, aunque con unos pequeños retoques en la versión de Pérez Casas. Tras la aprobación de la Constitución Española el 27 de diciembre de 1978, regulados el uso de la Bandera y la descripción del Escudo de España en las Leyes 39/1981, de 28 de octubre y 33/1981, de 5 de octubre, respectivamente, parecía procedente configurar jurídicamente el Himno Nacional de España, completando la normativa por al que se ha de regir los símbolos de representación de la nación española. Finalmente, y tras el informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se aprobó una versión de la Marcha de Granadera que, respetando la armonización del Maestro Pérez Casas, recupera la composición de su época de origen. El Maestro D. Francisco Grau ha orquestado dicha armonización, tanto para orquesta sinfónica como para banda, y una reducción para órgano que puede servir para interpretaciones por un cuarteto, etc.Como hemos leído la evolución de la ‘Marcha Granadera’ hasta ser el ‘Himno Nacional’ de España se debió a su origen militar para rendir los máximos honores y, también, a la belleza y majestuosidad de su composición y no a otros factores. Así que no puede ser identificado como de origen franquista, del mismo modo que el himno de Riego tampoco puede ser identificado como revolucionario, pues fueron los liberales los que primero lo crearon, y más tarde consiguieron que fuera reconocido como himno nacional.
De ahí que, como toque militar en su origen, hayan fracasado todos los intentos de ponerle letra imitando a himnos extranjeros.
No fue una composición echa para homenajear a ningún rey, como ocurre con uno de los himnos que se utilizan en Inglaterra (God Save the Queen), que por cierto no tiene himno oficial.
Ni es un himno creado para exaltar unos movimientos revolucionarios como el de Francia; la Marsellesa. Ni un himno que esté dedicado a una clase social en concreto: los trabajadores, como es el caso de la Internacional.Es simplemente un toque de guerra que se utilizó en los actos de la casa real y que la aceptación popular llevó a que su melodía fuera utilizada por las milicias durante la guerra contra los franceses.
Maria Velasco
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