lunes, 28 de mayo de 2018


Sembramos el trigo pero no lo recogimos, 
regamos las vides pero no bebimos el vino.
En vano se bañó nuestra noche con la fragancia de los naranjos.
Nuestra sangre corre por la tierra roja
y sobre las piedras.
(Yabra Ibrahim Yabra)

Mohammad Ayoub 
No, no estabas en el sitio equivocado, ni eras escudo humano de nadie. Tampoco eras un terrorista, ni siquiera portabas ningún tipo de arma. Solo estabas manifestando el rechazo a una situación que lleva consigo no sólo el dominio del territorio de tus ancestros basada en una falacia, sino además una limpieza étnica como mantiene Ilan Pappé, historiador israelí y profesor de la Universidad de Exeter.
Mohammad Ayoub, ese era tu nombre, sólo tenías 14 años, lo único que hacías era alzar tu voz para dar a conocer la impotencia y el grito de auxilio de los gazatíes y los palestinos tratando de que lleguen a oídos que no escuchan, no oyen. Ese fue tu único error para que un soldado israelí te colocara en el centro de la mira telescópica de su fusil y segara tu vida como la de un animal enjaulado. 
En su vocabulario no había árboles, 

en su vocabulario no había 
tú ni yo 
porque él debía matarnos 
a ti y a mí. 
Sólo sabía lo que 
le habían enseñado: 
matarnos a ti y a mí. (Muin Basisu) 
En tu recuerdo y en el de todos esos niños gazatíes y palestinos que sufren la violencia de este mundo deshumanizado, pongo en tu boca y en la de ellos las palabras de Miguel Hernández, poeta español de Orihuela (Alicante), para romper con ese menosprecio que, parece existir por la vida de todos vosotros: 

Naciones de la tierra, patrias del mar, hermanos

del mundo y de la nada:
habitantes perdidos y lejanos

más que del corazón, de la mirada. 
Aquí tengo una voz enardecida,

aquí tengo un vida combatida y airada,
aquí tengo un rumor, aquí tengo una vida. 
Abierto estoy, mirad, como una herida.
Hundido estoy, mirad, estoy hundido
en medio de mi pueblo y de sus males.
Herido voy, herido y malherido,
sangrando por trincheras y hospitales. 
Hombres, mundos, naciones,
atended, escuchad mi sangrante sonido,
recoged mis latidos de quebranto
en vuestros espaciosos corazones,
porque yo empuño el alma cuando canto. 
Del mismo modo que pongo en boca de tus padres, pues a ellos sí le importaba tu vida, las palabras del poeta palestino Samin al Qasin:
Beso tu mano dormida 
Y exclamo: ¡Vamos, despierta! 
Buenos días, razón de mi vida. 
¡Vamos, despierta! 
Sin ti el sol no se pondrá, 
Sin ti el sol no saldrá. 
Viene a mi memoria esta estrofa de un poema de Mahmoud Darwish, el gran poeta palestino:
Para que volemos con la mariposa 
Fuera de los sueños, porque los sueños son estrechos 
Para nuestras puertas. Eran niños, 
Jugaban e inventaban un cuento para la rosa roja 
Bajo la nieve, detrás de dos largos relatos 
De bravura y sufrimiento. 
Luego escapaban con los ángeles pequeños 
Hacia un cielo límpido. 
Y contemplado tu rostro, tras ser abatido por aquella bala asesina, me parece escuchar de tus labios:
"Me he dormido para volar".
Y llevaré a Allāh zapatos de invierno
Para que camine como los demás
Desde lo alto de la montaña hasta el lago.
(Mahmoud Darwish)

Sámej Izhar Smilansky, cuyas obras las firmaba
con el seudónimo S. Yizhar. A la izquierda portada de su novela
Hirbet Hiza, traducción al español
Para vosotros, los hijos y los nietos de aquellos que fueron desposeídos de sus viviendas, de sus tierras, de sus pertenencias personales,... allá por 1948, la historia es un círculo cerrado, se repite una y otra vez. Por eso tu muerte parece estar anunciada en el artículo de Teresa Aranguren publicado el pasado día 3 de abril https://www.infolibre.es/noticias/opinion/plaza_publica/2018/04/03/la_matanza_gaza_81265_2003.html), y muchos años más atrás, como ella recuerda en su artículo, en la novela “Hirbet Hiza, un pueblo árabe”, del escritor israelí Sámej Izhar Smilansky (1916-2006) (S. Yizhar), uno de los pilares de la literatura hebrea moderna. Un relato no muy extenso pero que narra con crudeza la realidad de aquellos momentos:
“Volví a pasear la mirada por aquel campo para seguir los movimientos de las aterrorizadas figuras que se las veían y deseaban para salir de él, porque la tierra no se los iba a tragar a no ser que consiguieran llegar al otro lado de las colinas, más allá del horizonte.
-He hecho blanco, gritó Gabi.
-De eso nada, le contradijo Shmulik…
-Vamos, dijo Moishe, cinco ráfagas y por lo menos te cargas a uno…”

De Sámej Izhar llegó a decir Shimon Peres: “No había nadie como él con una visión profunda y expresiva hizo del hebrero moderno su vida. Vio la profundidad de las cosas y fue parte de ellas. Yizhar dio a la literatura hebrea un sabor que nunca se disipará “
Cuatro guerras en los últimos diez años, al parecer, no han posibilitado acabar, por el ejército mejor armado del mundo y uno de los más destacados servicios secretos (Mosad), acabar con lo que ellos definen terrorismo en la Franja de Gaza. Está claro que su objetivo principal no es acabar con esos "terroristas" que le atacan con piedras, cuchillos o cohetes de fabricación casera, sino proseguir con la limpieza étnica de los palestinos que iniciaron hace ya 70 años. De ahí que su actitud frente a las manifestaciones de protesta realizadas en Gaza haya sido disparar a matar o dejar inválidos a quienes se ponían en la mira de sus rifles telescópicos, como si de un ejercicio de caza o de tiro al plato se tratara. 
Fueron expulsados de sus tierras por la fuerza de las armas,
hoy sólo buscan el retorno
No hay cosa que más rechace un sionista, y el propio gobierno de Israel, que el lema de esas convocatorias, “Marcha del retorno”, algo que rompe con dos mitos creados por los sionistas para justificar la ocupación del territorio de Palestina: “una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra”, y el mito paralelo de que los palestinos abandonaron voluntariamente sus propiedades, sus viviendas y sus tierras bajo las órdenes de los gobiernos árabes vecinos, los cuales les prometían un retorno rápido después de la victoria.
Ademas de que el derecho al retorno forma parte de los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948, artículo 13: que implica que la libertad de volver a su país y el derecho de ir y venir, algo que Israel incumple sistemáticamente. Las Naciones Unidas también han contribuido a reforzar el derecho al retorno. El 11 de diciembre de 1948, la Resolución 194 (III) de la Asamblea General de las Naciones Unidas “resuelve que debe permitirse a los refugiados que deseen regresar a sus hogares...”. Decisión que viene siendo confirmada año tras año por los cinco miembros permanentes de la Comisión de Seguridad, EEUU incluidos. Son 49 las resoluciones sobre la cuestión del derecho al retorno las que ha adoptado la Asamblea General de la ONU.
Lo que está muy claro es que el Gobierno israelí actúa con total impunidad, las resoluciones de la ONU son simplemente papel mojado para ellos, cuentan con la colaboración y el apoyo de los gobiernos americanos y con más fuerza y empeño por el actual presidente Donald Trump, no olvidemos la presencia de un sionista en su familia, Jared Kushner, esposo de su hija Ivanka. Y por otro lado con la actitud frívola de los países de la UE que parece corroborar la impunidad que Israel goza frente al mundo, y la pasividad de la mayoría de los países musulmanes, inmersos en una lucha por sus propios intereses.
Por eso Israel se permite el uso de la fuerza indiscriminada para reprimir esas manifestaciones y además lo hace basándose en otro mito: la autodefensa. Disparar contra los manifestantes en Gaza era el único medio por el que Israel podía impedirles violar la “frontera israelí”, una frontera creada a raíz de la ocupación de los territorios palestinos: Muchos han criticado a Israel por utilizar munición real contra los manifestantes gazatíes que no suponían una amenaza para la seguridad de Israel pero, como en todas las ocasiones anteriores todo queda en esas protestas que pronto se olvidan.
Vienen a mi mente los versos del gran poeta palestino Mahmud Darwish en su poema “El último tren se ha parado” para con algunos de ellos crear una analogía sobre la situación de Gaza:
“El último tren se ha parado en el último andén, y nadie
salva a las rosas...”
A nadie le importan los muertos de Gaza
“No creas a nuestros trenes, amor, las últimas palomas han volado, han volado,
el último tren se ha parado en el último andén... y no hay nadie.”
...nadie que se manifieste por ellos.
¿Tiene que continuar siendo Gaza el territorio al que todo el mundo vuelve la vista pero nadie hace nada porque salga de esa situación creada con la colaboración de países como Egipto, Estados Unidos, Israel o Europa y la condescendencia de otros países musulmanes que se dicen hermanos? Todos ellos son responsables moralmente, jurídicamente y políticamente del desastre que sufre el pueblo gazatí ¿No tienen derecho las personas de Gaza a salir de ese “campo de prisioneros” donde las condiciones de vida son físicamente insoportables? ¿O están obligadas a aceptar esa situación y permanecer calladas?
                                                                                Airam
    

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