Amo la música porque es la única que me entiende y con ella creo mi propio mundo. Un amor difícil de describir con palabras, por eso, cuando a través de los medios, veo imágenes como las que acompaño, creo que se cumple fielmente aquello de “una imagen vale más que mil palabras”. Ellas expresan claramente ese sublime sentimiento.
Hombres y mujeres de lo que se considera el tercer mundo, cuyas carencias quedan manifiestas en las imágenes, no dudan en entregarse a su gran amor, y hasta con sus propias manos son capaces de construir sus instrumentos.
Ya lo dijo el místico poeta: “El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, expresada, cantada, danzada….”
Y para mí la vida, como alguien dejó escrito, es un recital público de violín en el cual uno va aprendiendo a tocar el instrumento mientras va interpretando.Airam.
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