martes, 14 de mayo de 2013

“La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”



Cielo de Gaza, donde voletearon a través de mis pensamientos los más grandes intérpretes, compositores, y violinistas.
¿Cómo describir lo qué siento cuando sus partituras inundan mi alma?
Música, cuando escribo esta seis letras, recuerdo su origen en el término griego mousikē (el arte de las musas) que hace referencia a la educación del espíritu.
La música expresa lo que no se puede poner en palabras y no puede permanecer en silencio, por eso yo la utilizo para expresar mis sentimientos. No soy poeta para dejarlos escritos con la belleza de la poesía; tampoco soy pintora para poder expresarlos sobre un lienzo; pero pintora y poeta me siento cuando con sus partituras pinto y escribo en el cielo.
La música encuentra su camino en los lugares secretos del alma y es un don de Dios para el hombre, el único arte del cielo dado a la tierra, el único arte de la tierra que nos lleva al cielo. Es un lenguaje universal capaz de alcanzar la concordia y la paz entre todos los seres humanos.
“Si no fuera físico, probablemente sería músico. A menudo pienso en música. Vivo mis sueños en música. Veo mi vida en términos musicales. No  puedo decir si habría podido hacer alguna pieza creativa de importancia en la música, pero sí sé que lo que más alegría me da en la vida es mi violín”. (Albert Einstein)
Ya lo dijo Cervantes, el insigne escritor: “La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”

                                                                           Maria Velasco

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