miércoles, 4 de abril de 2012



Mientras la historia siga exaltando figuras de conquistadores, invasores, dominadores y guerreros sobre las de filósofos, poetas y sembradores de amor y paz.
La humanidad estará en manos de quienes sólo buscan su lucro personal.
Las guerra siempre han tenido motivaciones de conquista o económicas, pero las oligarquías de cada momento han sabido siempre disfrazarlas con motivaciones, de tipo emocional o religioso.
Palabras como “libertad” o “religión” son utilizadas por estos mercaderes para que las personas se masacren entre sí. 
Toda belleza soñada, todo tesoro deseado y la felicidad añorada... no se encuentran en ningún paraíso ficticio o religioso... ESTÁ AQUÍ, siendo depredado y destruido por el ser humano...
Paul Ambroise Valéry
"La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para provecho de gentes que sí se conocen pero no se masacran." escribió el escritor y poeta francés Paul Ambroise Valéry (1871-1945). ¡Y cuanta razón llevaba!. 
Henry Miller
Mientras que Henry Miller (1891-1980), en su obra “El coloso de Marussi”, editada en 1941), reflejaba: "Cada guerra es una destrucción del espíritu humano."
¿Hacia dónde nos lleva la ambición desmedida de quienes únicamente defienden sus propios intereses? No debemos olvidar que la guerra es la imposición de quien se quiere mantener en el poder o pretende alcanzarlo para obtener beneficios y gloria, sin importar quienes mueran.
"La ignorancia secuestra la libertad de los pueblos y engorda el ego de los dictadores", dijo alguien desconocido para mí, y eso es fácilmente contrastable, Si tuviéramos memoria acabaríamos con los desastres de la humanidad.
 Nicolás Remigio Avellaneda
Nicolás Remigio Avellaneda, que fue presidente de Argentina entre los años 1874-1880, dijo: "Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla", frase que fue eztraída del pensamiento de Cicerón. Cuán cierto es que la ignorancia, el desconocimiento y la falta de cultura hace fácilmente manipulable al ser humano. 
El mundo camina hacia una barbarie sin final. Las masacres se vienen sucediendo a lo largo y ancho del planeta, allá donde se declare cualquier guerra. Con una hipocresía que raya en lo increíble. Las víctimas inocentes de esta locura, son definidas como “daños colaterales”, cuando en realidad son asesinatos cometidos en masa.
Esta escalada de violencia, de muertes de seres inocentes, ha ido en ascenso. Durante la Primera Guerra Mundial, el 90% de las víctimas de la contienda eran soldados. A lo largo de la Segunda Gran Guerra, la mitad de las víctimas que se produjeron eran civiles, personas que nada tenían que ver con la propia guerra. Hoy, en cualquier lugar donde se desate un conflicto armado, el 95% de las víctimas son personas inocentes, cuyo único delito es residir en la zona donde quienes, desde sus poltronas, han decidido declarar como “zona de guerra”.
Los avances tecnológicos nos hacen ser testigos de los horrores de la guerra, pero poco nos esforzamos para encontrar los medios para evitarla. Cada día más, la guerra no deja de ser una masacre entre personas, en algunos casos conocidas entre sí, pues son convecinos de la misma tierra, o simplemente gente desconocida, que actúan por el interés de ganar un dinero que consideran fácil. En ambos casos la utilidad de estas contiendas sólo son para gentes que sí se conocen, se sientan todos alrededor de las mismas mesas, pero que no se masacran entre ellos.
O el hombre es capaz de establecer un sistema para alcanzar un final de la guerra, o será la guerra quien establecerá un final para la humanidad.
Airam