viernes, 9 de septiembre de 2016

FERNANDO PALATÍN, EL MÚSICO OLVIDADO


"Adiós a la Alhambra", una de las composiciones cuya interpretación
en directo le dieron gran prestigio a Fernando Palatín
 Fernando Palatín Garfía
Mientras leemos Historia, con frecuencia, se despierta nuestro interés por la suerte de personajes que destacaron en alguna de las artes o ciencias que nos entusiasman, lo que nos impulsa a indagar en su historia, y en ocasiones es triste comprobar cómo, con demasiada frecuencia, las obras de algunos de ellos ha quedado relegada al olvido de la memoria colectiva. Es lo que ocurre con la figura de Fernando Palatín y Garfía destacado violinista y compositor sevillano.
Baltasar Saldoni
Nacido en el seno de una familia de ancestral tradición musical, fue el miembro más destacado de esta saga, de la que no son frecuentes las referencias bibliográficas a ella, apenas algunos pequeños esbozos en publicaciones especializadas y un somero recuerdo en el callejero de la ciudad de Sevilla donde aparece la calle Dinastía Músicos Palatín. De ella dice el historiógrafo Baltasar Saldoni, en su “Diccionario biográfico-bibliográfico de efemérides de músicos españoles” (1860-1881): “Hay que hacer notar que la Familia Palatín pasa de tres siglos que siempre hay algún individuo de ella que es músico notable, y que, por consiguiente, es tal vez la más antigua de Europa en el arte filarmónico”
Primera página del manuscrito del Diccionario de Música de Fernando Palatínen la que queda claro cuál era el objetivo del mismo al confeccionarlo:“Diccionario de Música / Compuesto por / Fernando Palatín / para la instrucción de sus hijos / Sevilla Año de 1818.
Su bisabuelo, don Fernando Palatín y Cesari, fue el autor del primer diccionario de música en castellano. Su abuelo, Andrés Palatín Palma, fue fundador, en 1850, y director de la Banda del Asilo de Mendicidad de San Fernando, que en 1913 pasó a depender directamente del Ayuntamiento de Sevilla y pasó a conocerse como Banda Municipal de Sevilla, en la actualidad Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, que no se ha de confundir con la Banda del Hospicio Provincial.
 En la imagen, de izquierda a derecha: Fernando Palatín niño;
Jean-Delphin Alard, su profesor de violín en el Conservatorio de París;
José White, de quien recibió clases particulares
Fernando Palatín y Garfías, nació en Sevilla el 11 de septiembre de 1852. Fueron sus maestros de solfeo su padre, Fernando Palatín Moreno, y el profesor Francisco José Feo, que vivió en Sevilla entre 1829 y 1873, siendo su primer maestro de violín. Sus progresos en este difícil instrumento, el violín, hicieron que la Diputación sevillana, le pensionara, pasando previamente un examen ante un jurado compuesto por Eugenio Gómez, organista de la Catedral; José Coutier (hijo), maestro de capilla de la Catedral; y Francisco Javier Rodríguez, maestro de composición, para continuar sus estudios en el Conservatorio de París. De esa manera marchó a París donde recibió clases de solfeo del profesor Napoleón Altran; de Jean-Delphin Alard, de violín. Al margen de las clases recibidas en el Conservatorio parisino, recibió clases del violinista José White, de origen cubano y a quien se llegó a apodar el “Paganini Negro”. Comenzaba a cuajar así la carrera de aquel niño que hacía presentir días de gloria para su país.
Pablo Sarasate 
En cinco años alcanzó tres primeros premios en las clases de solfeo, teoría musical y violín, este último en el gran certamen público del 20 de julio de 1870. Sólo dos de todos los alumnos españoles que han cursado estudios en aquel Conservatorio, lograron alzarse con el triunfo en el Premio de Violín del Conservatorio de París, uno de ellos había sido Pablo Sarasate en 1857, el otro fue Fernando Palatín y Garfía, entre un grupo de más de treinta opositores, lo que viene a destacar la alta calidad de sus interpretaciones.
 
Arriba a la izquierda, Teatro de San Fernando de Sevilla; a la derecha la
Sala Erard. Debajo, a la izquierda, la sala Pleyel.
En la parte inferior derecha, Antoine-Elie Elwart
Durante las vacaciones de los años 1866 a 1868 ofreció conciertos en el Teatro de San Fernando de Sevilla, además de en Cádiz, Córdoba y Madrid. En 1869 su reputación se extendía rápidamente por París, donde en conciertos celebrados en varias salas de aquella ciudad, como la sala Erard, la sala Pleyel y otras, donde sus actuaciones eran aplaudidas largamente por los asistentes. Tras una ausencia motivada por la guerra franco-prusiana entre julio de 1870 y mayo de 1871, Fernando Palatín regresó a París siendo elegido por el compositor Antoine-Elie Elwart, profesor de armonía del Conservatorio, para acompañar los conciertos-conferencias que este daba.
Son numerosos los conciertos que, Fernando Palatín, a partir de esa fecha dio en Europa y su éxito no se hizo esperar: Pau, Eaux Bonnes, Niza, París, Touluse, Bourdeos, Lisboa, Londres, Oxford, Lincoln, Winchester, Cambridge. Finalmente se estableció en Pau. Transcribimos literalmente la noticia aparecida en “Crónica de la Música” del día 7 de junio de 1882: 
“Fue acogido Palatín en Pau con innumerables muestras de simpatía y deferencia, corriendo por todas partes los ecos de su gloria, de sus aplausos y de su fama, y obteniendo encargo de formar una sociedad de cuartetos que actuara en los salones del Duque de Montebello, a los cuales concurría una sociedad tan aristocrática como inteligente, y donde volvió a recoger nuevos lauros. 
Allí fue premiado su talento con la amistad de los viajeros más ilustres, entre los cuales pudiéramos citar a la Princesa de Scheweloz-Holstein (sic) (debe referirse a la Princesa de Schleswig-Holstein), y el Príncipe y la Princesa d’Oldembrourg (sic), a discípula aventajada de Palatín. (Debe referirse a la Princesa de Oldenbourg). 
El célebre Sivori había arrebatado la sociedad cosmopolita de Pau con la interpretación maravillosa que supo dar a “La Chochette” (sic) (se refiere a “La Clochette”), concierto de violín de su maestro el célebre Paganini. 
La princesa d’Olbembrourg (sic), había asistido a la audición citada, y deseando volver a escucharla, pidió a Palatín la ejecutase en su beneficio, que debía tener lugar cinco días después de la partida de Sivori. 
Todos cuantos habían aplaudido al anciano violinista, concurrieron para juzgar de aquel injustificable atrevimiento y aquella osadía incomprensible. Su triunfo fue completo.
Palpitando todavía en el vasto recinto del Gran Teatro los ecos de la entusiasta ovación de que Sivori había sido objeto, Palatín ejecutó magistralmente la pieza, y fueron tantos los aplausos que obtuvo, que siete veces tuvo que volver al palco escénico y repetir el final de la obra en medio de un verdadero diluvio de flores y coronas.”
La filarmónica “Lyre Paloise” en una imagen de principios del siglo XX
En Pau fue el director de Orquesta del Casino Municipal; igualmente fue director de la Orquesta del Casino Municipal de Eaux-Bonnes, y de las Orquestas Sinfónicas de Salies de Béarn y de Eaux-Bonnes. Fundó, en 1882, la sociedad filarmónica “Lyre Paloise” de Pau, que pronto se convirtió en una de las mejores y más premiadas de Francia en su género, obteniendo los primeros premios en todos los certámenes en que tomó parte. Del “Livre D’Or de la Société “Lyre Paloise”, de Pau de 1914, entresacamos las siguientes anotaciones durante el periodo en que Fernando Palatín fue su director:
“1883
Concurso Musical de Bayona:
Primer premio de Lectura a vista, por unanimidad. Primera Medalla.
Primer premio de Ejecución ascendiente. Primera Medalla.

1884

Concurso Musical de Tarbes:

Segundo premio de Lectura a vista. 2ª Medalla.

Primer premio de Ejecución ascendiente. Medalla de Oro.

Primer Gran premio de Honor. Medalla de oro y 500 fr. efectivos.

1885

Concurso Musical de Tolouse: (Entre 126 Sociedades)

Primer premio de Lectura a vista. Por unanimidad. Medalla de Oro.

Primer premio de Ejecución. Por unanimidad. Corona.

Primer Gran premio de Honor. Palma.
El Jurado concede una Batuta de Honor al Sr. Palatín por su dirección artística. A su regreso del Concurso la Sociedad es recibida por todas las Sociedades Musicales y una Delegación del Municipio. Una muchedumbre de 5 a 6 mil personas que ha invadido la Estación lleva en triunfo, en medio de aclamaciones (por la Lyre) a su Director F. Palatín. Después de este gran éxito, el Gobierno francés condecora al Sr. Palatín con las Palmas Académicas.
1888
Concurso Musical de Auch:
Primer premio de Lectura a vista. Por unanimidad. Medalla de Oro. * Primer premio de Ejecución ascendiente, con los elogios del Jurado y Corona.
Primer premio de Honor, con Medalla concedida por unanimidad y felicitaciones del Jurado.
1889
Gran Concurso Internacional de París:
Primer premio de Lectura a vista, por unanimidad. Medalla de Oro.
Primer premio de Ejecución, con felicitaciones del Jurado, Corona y Copa de Sévres.
1891
Organiza con la Harmonia, un Concurso musical del que el Sr. Palatín es uno de los Directores, en ocasión (22 de Mayo) de la visita del Presidente de la República Sadi-Carnot, presta su concurso y el Jefe de la Banda Militar del 18º de Línea cede la batuta al Sr. Palatín quien dirige a todas las Sociedades Corales y Bandas reunidas: La Marsellesa.
1892
A consecuencia del fallecimiento de M. Charles Constantin el Sr. Palatín toma la dirección de la Orquesta Municipal y de los Conciertos Sinfónicos y Clásicos, cede la batuta a M. Henri Bordes.
1893
Concurso Musical de Marmande:
Primer premio de Lectura a vista. Concesión de Palma.
Primer premio de Ejecución. Medalla de Oro.
Primer premio de Honor. Corona y una gran Copa de Sévres ofrecida por el Presidente de la República. En honor del Sr. Palatín y sus orfeonistas el Sr. Alcalde ofrece una recepción con Champagne.
1896
Concurso Musical de Dax:
Primer premio de Lectura a vista. Concesión de Palma.
Primer premio de Ejecución. Corona.
Primer premio de Honor con felicitaciones del Jurado. Copa de Sévres ofrecida por el Presidente de la República y 500 fr.
Concurso Musical de Eaux-Bonnes:
Primer premio de Lectura a vista. Primera Medalla.
Primer premio de Ejecución. Primera Medalla y felicitaciones del Jurado.
Primer premio de Honor. Palma y premio en efectivo. Felicitaciones del Jurado.
1897
Organiza un Concurso Musical bajo la Presidencia de M. Camille de Vos, que tiene un gran éxito. El Sr. Palatín toma su Dirección. Recepción en ese mismo año y Gran Festival en el Gran Teatro de la Academia Real de Segovia en España.
1890
Gran Concurso Musical de la Exposición de París (Grand Prix de 1900):
Primer premio de Ejecución, por unanimidad.
Primer premio de Honor con felicitaciones del Jurado y Objeto de Arte ofrecido por el Presidente de la República. Medalla de Oro para el Sr. Palatín y carta de felicitaciones de M. Laurent de Rillé, Presidente del Jurado, dirigida al Sr. Palatín declarando que gracias a su Dirección sus orfeonistas han obtenido un éxito sin precedentes. A la vuelta de París, la Estación es invadida por una muchedumbre de unas 10 mil personas. Recepción por el Municipio, el Sr. Palatín es llevado en triunfo a hombros.”
Composición alegórica a los versos de Benito Más y Prat a la derecha de la misma
El violín ha sido y es el rey de los instrumentos, el más expresivo y el más difícil, ya que en sí mismo nos da la medida del artista. El violín siente y vibra al unísono y con el mismo grado de intensidad que su intérprete, y si éste es frío de temperamento, la misma frialdad nos ofrece, y si la emoción lo exalta, con la misma potencia nos la transmite. Y en eso era un gran privilegiado Fernando Palatín, de ahí que el insigne poeta Benito Más y Prat le dedicara estos versos: “Buscar a la cuerda el alma, / eso tú lo sabes.” Son notables sus ejecuciones en directo y entre las que más fueron aplaudidas se encuentran: “Concierto para violín” de Mendelsohn; “Concierto en La menor” de Juan Sebastián Bach; “Concierto La Clochette” de Paganini, con el que llegó a igualar, como queda reseñado al reputado Camilo Sivori; Adagio de Nardini; “Chaconne” de Juan Sebastián Bach; “Jota Aragonesa” de Sarasate; o el “Adiós a la Alhambra” de Jesús de Monasterio; sin olvidar sus composiciones que dio a conocer como “Adiós al Alcazar”, “Fantasía española”; “Valse de Concert”,…  Compuso más de 82 obras: 28 para violín y piano, 13 para canto, 2 para tríos, 3 para cuartetos, 5 para piano solo, 3 de concierto, 18 para orquesta y 9 para música militar. La mayoría de ellas inéditas, cedidas-donadas al Conservatorio de Música de Sevilla por Fernando Pérez Palatín según manifiesta uno de los descendientes de la dinastía Palatín.
En el mes de junio de 1878 la Academia Libre de Bellas Artes de Sevilla, como clausura del curso académico, le rindió un homenaje con motivo de sus triunfos dentro y fuera de España. Dicho homenaje consistió en una velada artística-musical. Según recoge el diario “El Porvenir” de Sevilla, del 18 de junio de ese año: “El programa estuvo compuesto por Fantasía capricho para violín de Berriot, tocado por Palatín, acompañado al piano por Cigliano; Idem para guitarra sobre motivos de la ópera “Lucía”, por Viera; Solo de trompa: Stradella, por el Señor Caño, acompañado al piano por Palatín; “Scherzo”, de Gostchalk, para piano, por el Sr. Cigliano; Chacona, de Bach, por Palatín; Fantasía original de Aguado para guitarra, por el Señor Viera; Serenata para violín, viola y violoncelo, de Beethoven, por Palatín y señores Romero y Paráfrasis del Miserere del Trovador, de Gostchalk, por el Señor Cigliano. Además, se leyeron unas poesías del Señor Villar.”
En la imagen, parte superior, el crucero de la Armada Española “Reina Regente”,
debajo doña María Luisa Fernanda de Borbón, duquesa de Montpensier
En 1884 se trasladó a Madrid reclamado por la Duquesa de Medinaceli, para quien interpretó diversos conciertos en sus salones, así como en el Palacio Real y en el Conservatorio. En 1895, con motivo del naufragio del crucero español “Reina Regente” a quien esté interesado en conocer aquella tragedia le recomiendo la lectura de este artículo 
Compuso su Obertura Dramática “Reina Regente”, que fue estrenada en la localidad francesa de Eaux-Bonnes, de cuya Orquesta Sinfónica era director Fernando Palatin, con motivo de la visita de doña María Luisa Fernanda de Borbón. En aquel mismo concierto estrenó su “Elegía para Orquesta”, compuesta y dedicada a la infanta de España y duquesa de Montpensier, tan ligada a Sevilla donde falleció el 1 de febrero de 1897, si bien antes había donado buena parte de los jardines de su vivienda del palacio de San Telmo a la ciudad de Sevilla.
Son numerosos los premios y distinciones que jalonan su vida artística y profesional de los que destacan: Primer premio de Solfeo del Conservatorio de Paris; Primer premio de Teoría Musical del Conservatorio de Paris; Primer premio de violin del Conservatorio de Paris; Palmas Académicas de Francia; Officier de Academie de Francia; Officier de Instruction Públique de Francia; Oficial de la Legión de Honor de Francia; Comendador de la Orden Militar Portuguesa de Nuestro Señor Jesucristo; Comendador de la Real Orden de Carlos III; Cruz del Mérito Artístico; Comendador de la Real Orden de Isabel la Católica; Académico de Letras Humanas de Málaga. 
Aunque su carrera triunfal la desarrolló en Francia, él amaba su tierra, España, su Sevilla natal, pruebas de ello dio a lo largo de su trayectoria como compositor, como hemos señalado, y en su vida personal, no aceptó la doble nacionalidad y a sus tres hijos, fruto de su matrimonio con Engracia Ustriz García: Andrés, Fernando y María de los Ángeles,  nacidos en Francia,  los inscribió en el Consulado de España de Olorón como súbditos españoles. En esta composición imaginada lo vemos dejando atrás el Arco de la Macarena por la calle San Luis dirigiéndose a su casa o al Hospicio Provincial que se encontraba en la misma calle y de cuya Banda fue director.
Fernando Palatín con su hijo Andrés y su alumno José María Sedano
Cuánto amaría a su tierra que cuando se decidió a volver a España en 1907 y ante las gestiones infructuosas para que le asignaran un puesto acorde a sus méritos, no dudo en dejar atrás honores, fama y aplausos y aceptar la dirección de la Banda del Hospicio de Sevilla, cargo que alternaría con la docencia de violín en la Sociedad Económica de la ciudad, actuando en diversas localidades como solista de violín y en ocasiones acompañado por Joaquín Turina y Andrés Segovia. Discípulos suyos fueron los que luego llegaron a ser virtuosos violinistas Luis Lerate, José María Sedano y Francisco de Villalonga.
Imagen del acto de homenaje en la que se aprecia a
don José González Más pronunciado su discurso
(Recorte de la revista Mundo Gráfico de 1930)
En el tercer aniversario de su fallecimiento ocurrido el día 25 de febrero de 1927, es decir en febrero de 1930, el Ayuntamiento sevillano le rindió homenaje con la colocación de una lápida conmemorativa en su casa de la calle de San Luis, al que asistieron autoridades locales como el presidente del Ateneo, el Cónsul de Francia, miembros del Ayuntamiento,… siendo el encargado de descorrer la cortina que cubría su lápida su hijo Andrés Palatín Ustriz, quien sería ejecutado, ante la fachada del Hospicio de San Luis, por las fuerzas rebeldes que se habían alzado contra el gobierno de la República. Su hijo Fernando había fallecido el 10 de enero de 1919. De aquel homenaje transcribimos las palabras pronunciadas por don José González Más y recogidas en la crónica efectuada en el diario ABC (Edición Andalucía) del 26 de Febrero de 1930:
“Señores: La destacada personalidad del eminente e inolvidable maestro Fernando Palatín, que nació en Sevilla el año 1852, me evita la necesidad de hacer un estudio más detenido sobre su vida y sobre su obra. Todos conocemos, unos más y otros menos, la marcha triunfal del esclarecido artista, que desde 1864, año en que fue pensionando por la Diputación de Sevilla, siguió en camino ascendente por el sendero de su arte hasta culminar en el Gran Premio del Conservatorio de París en 1870, que sólo el gran Sarasate, como violinista español, pudo compartir, con Palatín la posesión de tan preciada distinción.
Años más tarde, Francia, ese gran país hermano, madre de todas las libertades y de todas las democracias, le concedía las Palmas Académicas; forjó el espíritu del artista español y lo coronó después. Palatín guardó en el fondo de su alma aquel rasgo y no olvidó nunca lo que Francia significaba para él.
Su vida musical fue precedida del éxito, del triunfo; su arte maravilloso y exquisito fue escuchado en las Cortes más fastuosas de Europa; la más alta aristocracia abría sus salones al insigne español que puso el nombre de nuestra querida patria tan alto como ponía su propia alma.
El llorado poeta Benito Más y Prat decía, refiriéndose al maestro insigne: 
“Buscar a la cuerda el alma, / eso sólo tú lo sabes," 
y es que Palatín las hacia vivir una vida nueva; vibraban como si en vez de rozarlas con el arco las acariciara con su corazón.
Yo tuve el alto honor de estrechar su manos y hasta el de compartir con él una lágrima, cuando la fatalidad le arrebató un hijo, muy noble y muy querido, y precisamente por eso, por haberle tratado íntimamente en la alegría y en la desgracia, pude asomarme al alma de aquel gran artista, en el que la interpretación de una obra era sólo la expansión de su corazón.
Sólo una pequeña parte de sus composiciones son conocidas; su obra como compositor está aún inédita; el tesoro de su exquisita fantasía fue reuniéndose en silencio; en su propia historia trazada sobre el pentágrama, el diario de una vida sublime en ofrenda al arte. 
Esto es, señores, lo que puedo deciros de aquel inolvidable maestro, y en el homenaje que hoy se le rinde es tan pequeño si se le compara con el inmenso valor suyo, que sólo puede justificarle el haberlo trazado un discípulo, un admirador y un amigo, buscando calladamente la colaboración de sus admiradores con la sencillez y la modestia, que fue la segunda naturaleza del insigne artista.”
Imagen actual de la lápida
En la lápida, que se encuentra en la calle San Luis, 95, figura la siguiente inscripción: “En esta casa murió el 25 de febrero de 1927 el eminente violinista y compositor Fernando Palatín”.
Por eso entiendo que no se puede aplicar a Fernando Palatín aquel refrán de “nadie es profeta en su tierra” entendido en su sentido literal, pues él salió de Sevilla para su formación y triunfando en Francia y otros países europeos también lo hizo en España y en su tierra natal, Andalucía. El que hoy sea un músico olvidado sólo es debido al relajamiento, la apatía y dejadez que, en numerosas ocasiones, acompaña a los seres humanos y en especial a los dirigentes políticos y culturales de nuestra Sevilla.
Fernando Palatín Garfía en su madurez 
Por eso no se debería aplicar a Fernando Palatín el refrán “nadie es profeta en su tierra” desde la interpretación literal del mismo, pues él salió de Sevilla para su formación musical que le llevó a alcanzar cotas de perfección a la altura de los mejores violinistas de la época; sus triunfos y honores no fueron sólo en Francia, sino en varios países europeos y en España, así como en Andalucía. A él lo único que se le negó en España fue un puesto acorde a sus merecimientos cuando quiso regresar a ella. Su olvido es más producto del relajamiento, apatía y dejadez del ser humano hacia quienes resplandecen con luz propia, y en especial de los políticos. Sean pues estas líneas un sincero y merecido homenaje a aquel excepcional violinista, del que por desgracia no hemos podido encontrar testimonios gráficos de sus actuaciones, y cuya obra permanece arrinconada en cualquier cajón, acumulando polvo y olvidando el reconocimiento que como hijo destacado de Sevilla debería dedicársele.
Escultura realizada por un alumno de Bellas Artes, Israel,
en memoria de Fernando Palatín

Al parecer los jóvenes estudiantes sevillanos sí están dispuestos a recuperar su memoria como lo hace evidente la escultura realizada por Israel, alumno de la Facultad  de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, realizada primero en arcilla y a través de molde en resina. La misma se encuentra colocada en el patio del Conservatorio Superior de Música de Sevilla. ¡Gracias a aquellos que intentáis recuperar su memoria del olvido!